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I. Pre-Reading Plus Examples & Interaction

II. Brief Reading & Interaction

Lectura breve: Ojos en la nave

Veo la luz en el cielo otra vez. Titila, desaparece y después aparece mucho más cerca de la Tierra. Estoy seguro de que no hay otra explicación. Es una nave extraterrestre.

Lucía no está tan segura. Ella dice:

—¿Una nave de ET? No digas tonterías¹.

—Sí, es la única explicación —respondo.

Ella guarda silencio unos segundos y luego pregunta:

—¿Y si tienes razón? ¿Qué hacemos?

—Las civilizaciones con menos tecnología siempre están en peligro² —digo—. Me hace pensar en los mexicas, derrotados³ por los españoles con cañones y armaduras⁴ de acero⁵.

Lucía se pone seria.

—Entonces tenemos que adviertir⁶ al mundo.

—Exacto. Llama a tu jefe. Explícale exactamente lo que descubrimos.

Ella intenta, pero su jefe no contesta. Entonces yo tomo una decisión.

—Sigue observando la nave. Yo voy al observatorio para hablar con Guillermo, el director.

Lucía protesta, pero no hay opción.

—Entraré a la fuerza —digo y me subo a mi coche.

* * *

Treinta minutos después llego al observatorio. En la entrada me paran dos guardias de seguridad. Los conozco bien.

—Beto, Juan, necesito hablar con el director —les ruego⁷.

—Lo siento, Ernesto. Tenemos órdenes —dice Juan.

Entonces señalo⁸ detrás de ellos y exclamo:

—¡Miren eso!

Ellos voltean⁹ y yo corro con todas mis fuerzas. Me persiguen¹⁰, pero soy más rápido que ellos. Llego al elevador, aprieto¹¹ el botón y las puertas se cierran justo antes de que lleguen.

El elevador sube al quinto piso. Salgo corriendo hacia la oficina del director. Toco y escucho una voz que dice:

—Pase.

Entro y veo a mi exjefe.

—¡¿Ernesto?! —exclama sorprendido.

—Guillermo —digo con calma—, es urgente que hablemos.

III. Complete Reading & Interaction

Lectura completa: Ojos en la nave

—No hay —dice Ernesto simplemente—. Ya dos veces lo hemos visto² titilar, desaparecer y volver a aparecer millones de kilómetros más cerca de la Tierra. Te digo que no hay otra explicación. Es una nave³ de origen extraterrestre.

Lucía no sabe qué decir por varios momentos mientras está procesando la hipótesis de Ernesto. Entonces ella dice:

—¿Y si es una nave? ¿Qué hacemos?

—Bueno —empieza Ernesto—, es obvio que poseen⁴ una tecnología bien avanzada. Si la historia nos ha enseñado algo⁵, es que la civilización con la tecnología inferior está en peligro⁶ mortal.

—¿Qué dices? —pregunta Lucía.

—Te pongo un ejemplo —dice Ernesto, pensando a mil por hora—. Los mexicas, los guerreros más feroces⁷ del continente americano en su época⁸, fueron derrotados⁹ frente a Cortés y los conquistadores en gran parte a causa de la tecnología que poseían los españoles.

—¿La tecnología? —repite Lucía.

—Sí, especialmente los cañones, rifles y espadas¹⁰ y armaduras¹¹ de acero¹².

—¿Estás diciendo que estos alienígenas vienen a través del espacio por miles de años luz a conquistarnos?

—Pues, no se sabe, ¿verdad? —responde Ernesto, honestamente—. Nomás estoy diciendo que cuando lleguen a la Tierra y vean la situación, probablemente aprovecharán¹³ el momento.

—Ernesto, si esto es verdad… tenemos que advertir al mundo entero —dice Lucía, dándose cuenta de que es probable que su amigo tenga razón.

—Sí, y cuanto antes mejor¹⁴. Llama a tu jefe. Dile lo que está pasando.

Así que Lucía cuelga¹⁵. Minutos después, el teléfono de Ernesto suena.

—¿Bueno? —dice Ernesto, impaciente.

—Mi jefe no contesta. ¿Qué hacemos ahora? —dice Lucía.

-Sigue intentando¹⁶ —dice Ernesto—. Mientras tanto, quiero que mantengas¹⁷ los ojos en la nave.

—Y, ¿tú? —pregunta Lucía.

—Yo voy al observatorio a hablar con Guillermo, el director.

—Pero te expulsaron del observatorio bajo sospecha de espionaje. No van a dejar que entres… —protesta Lucía.

—Entonces tendré que entrar a la fuerza¹⁸.

—Ernesto, por favor, ten cuidado… —dice Lucía.

—Okey, me voy… Te llamaré más tarde. No te quites los ojos de la nave.

Con esto, Ernesto se sube a su auto y conduce a toda velocidad hacia el observatorio.

* * *

Treinta minutos más tarde, Ernesto llega al observatorio. Trata de entrar por la puerta principal, pero es detenido por dos guardias de seguridad. Ernesto los conoce bien por sus años de trabajo en el observatorio.

—Beto, Juan —dice Ernesto, suplicando¹⁹ con sus viejos colegas—, me urge²⁰ hablar con el director.

—Tenemos órdenes, sr. Suárez —dice Juan, un hombre bajo y un poco gordo.

—Usted no puede entrar en el observatorio bajo ninguna condición —continúa Beto, un hombre cómicamente alto y flaco.

—Por los viejos tiempos… —suplica Ernesto.

—Lo siento, Ernesto —dice Beto—. No hay cómo.

—Comprendo —dice Ernesto—. Yo comprendo. Nomás quiero decirles que… ¡¿Qué es eso?!

Ernesto apunta con el dedo hacia el techo atrás de los guardias. Ellos miran hacia atrás y Ernesto empieza a correr. Corre tan rápido como puede. Juan y Beto lo persiguen²¹, pero corren mucho más lento que Ernesto, quien corría atletismo²² en la universidad. Ernesto llega al elevador, entra y se voltea²³.

Puede ver a los guardias corriendo hacia el elevador. Con urgencia, Ernesto oprime el botón para cerrar las puertas del elevador. Estas se cierran justo antes de que lleguen los guardias.

Momentos después, suena la campanita²⁴ del elevador y este se detiene en el quinto piso. Las puertas se abren y Ernesto sale del elevador y corre a la oficina del director. Ernesto toca y escucha una voz detrás de la puerta decir:

—Pase.

Ernesto abre la puerta y entra en la oficina de su exjefe.

—¡¿Ernesto?! —dice el director, bien sorprendido de ver al astrónomo.

—Guillermo —dice Ernesto con calma—. Es urgente que hablemos.